La reactivación económica Post Covid-19 requiere un mini Plan Marschall

Edwin Miranda V. / Bolivia Energía Libre.com

Una economía de guerra, es lo que necesita Bolivia para enfrentar la crisis que no tuvo desde la fundación, hace más de doscientos años. Necesitamos urgente un “mini plan Marchall”, planteó tajantemente el expresidente del Banco Central de Bolivia (BCB), Juan Antonio Morales, mientras que el exministro de Economía, Fernando Candia, alumbró la propuesta de hacer una reforma estructural al aparato productivo y comenzar a diseñar un plan efectivo para revisar el régimen de cambio del dólar, congelado en el Estado hace más de una década.

El Plan Marshall —oficialmente llamado European Recovery Programa, fue una iniciativa de Estados Unidos para ayudar a Europa Occidental, en la que los estadounidenses dieron ayudas económicas por valor de unos 12 000 millones de dólares de la época​ para la reconstrucción de aquellos países de Europa devastados tras la Segunda Guerra Mundial. 

El análisis y salidas a la recesión económica en Bolivia, fueron promovidos por la Confederación de Empresarios Privados de Bolivia (CEPB), a través de un conversatorio virtual, al que tuvo acceso.

Agenda crítica para la reconstrucción

Morales llamó a su plan Agenda Crítica para la Reconstrucción del Aparato Productivo, y con apoyo de al menos 10 diapositivas, alertó que el Estado necesita, urgentemente, apoyo financiero internacional debido a que “las cuentas fiscales llegan a su límite y es extremadamente delicada”.

Tenemos al frente una recesión internacional de gran magnitud y el Producto Interno Bruto (PIB) caerá, según estimaciones del Fondo Monetario Internacional (FMI), hasta en un 7.9%, un decrecimiento histórico como jamás había tenido la nación los últimos doscientos años, apuntó el experto financiero.

El aparato productivo tiene al frente dos grandes desafíos: debe afrontar por un lado un shock de demanda y otra de oferta, pero a diferencia de otras crisis económicas que tuvo que lidiar el Estado, la recesión económica que ha generado la peste del coronavirus (Covid-19), posee un elemento dominante llamado “incertidumbre”, apuntó Morales.

No solo Bolivia, sino el mundo, desconoce cuándo terminará la pandemia del Covid-19 y muchos menos existe certeza del tiempo que estará presente. Esta realidad, definitivamente, desconcierta a las economías y a los grandes analistas, subrayó.

El desafió por lo tanto para la economía nacional es doble. Primero debe controlar y bien, con resultados efectivos, la expansión de la pandemia, y si no logra hacerlo, la decisión de devolver la normalidad al aparato productivo será difícil. 

Segundo, necesitamos imperiosamente volver a reactivar el aparato productivo en todos los sectores para salir, simultáneamente de forma ordenada de la cuarentena. El camino es complejo y delicado, indicó el experto.

La incertidumbre económica del que habló Morales sintetiza el horizonte que tiene Bolivia hasta fin de año y comparte está difícil situación el Banco Central de Bolivia (BCB) que en su reciente informe sobre política monetaria 2020,  señala que el escepticismo seguirá amenazando el desempeño de la economía global, manteniéndose el balance de riesgos sesgado a la baja. 

Las tasas de interés de los bancos centrales de las principales economías avanzadas permanecerán en niveles bajos ante un crecimiento débil y presiones inflacionarias reducidas, haciendo que las condiciones de financiamiento para el mundo emergente sigan siendo favorables, indica el informe.

Se espera, sin embargo, que la dinámica de los precios internacionales de las materias primas en el año sea limitada y eventualmente repunten. 

En este escenario, se prevé una recuperación modesta de América del Sur con mercados financieros y cambiarios vulnerables a la evolución de riesgos, especialmente a los internos para la gestión 2021, proyección, sin embargo, sobre el cual Morales y Candia, tienen reparos, pues consideran que a pesar que existe un crecimiento moderado del PIB regional el próximo año, éste será mínimo y acaso no arrastrará a todos por igual con sus beneficios.

Dependerá de las condiciones particulares de cada país y el plan económico que pondrán en marcha y Bolivia, necesita hacer mucho, dijo Morales.

Bajo estas condiciones convencer al mercado financiero internacional que acceda a prestar los recursos que necesita el Estado –aproximadamente 4.500 millones de dólares- para hacer frente a la recesión económica que empieza a golpear el aparato productivo, será complicado y difícil como efecto inmediato de la incertidumbre política en la que está sumida la nación desde el mes de octubre del año pasado y que se espera termine este próximo 6 de septiembre con la convocatoria a Elecciones Generales 2020.

“Todos preguntan (fuera del país) que pasará con los comicios generales, quién asumirá el (nuevo) gobierno”, retrató la situación Morales.

La pandemia lo que hizo es “ahondar los problemas políticos, pues continúa al frente un gobierno transitorio que ya rebasó los límites constitucionales, el Órgano Legislativo, dominado por una mayoría de parlamentarios opositores al gobierno, viene impulsando un bloque sistemático a las medidas de contención que viene aplicando contra la enfermedad la  administración actual, y como si fuera poco, existen serias dificultades para llegar a las próximas Elecciones Generales de 2020”, señaló argumentos el analista financiero.

Fondos por Bs30.000 millones para salvar la economía

El Gobierno transitorio de la Presidente Jeanine Áñez anunció el mes pasado la puesta en marcha del plan de reactivación Post Covid-19 que inyectará 30.000 millones de bolivianos a la depauperada economía nacional y buscará reducir el gasto corriente destinado a pagar sueldos a miles de empleados públicos en el Estado hasta en un 15%.

“Estamos garantizando Bs30.000 millones para reactivar la economía, preservar la estabilidad financiera y asegurar el empleo”, declaró el Ministro de Economía y Finanzas Públicas, José Luis Parada, mientras que el Ministro de Desarrollo Económico y Productivo, Óscar Ortiz prometió reducir el gasto corriente en el Estado que mensualmente debe erogar hasta 3.500 millones de bolivianos para garantizar el funcionamiento de la administración pública en el Estado.

“Habrá un 20% menos consultores en línea”, prometió la autoridad durante su alocución para dibujar lo que alista la actual administración, es decir, una drástica reducción del aparato estatal y entre las que se halla, posiblemente el cierre de varias empresas públicas creadas en el régimen del ex presidente Evo Morales, y que hoy constituyen una carga económica para el erario nacional por ser deficitarias.

Las medidas económicas fueron aprobadas a través del Decreto Supremo No. 4272, horas después que el gabinete económico del gobierno, sostuvo una maratónica sesión en Palacio de Gobierno 

El plan de choque de Áñez para salir de la crítica situación económica que ha generado la peste del coronavirus y que recabó insumos de expertos internacionales en economía, sin embargo ya tiene barreras que vencer para alcanzar objetivos.

Hasta ahora aseguró Bs16.000 millones para que pueda arrancar, mientras que espera liberar otros Bs13.800 millones que se hallan inmovilizados, hace más de cinco años, en bóvedas del Banco Central de Bolivia (BCB), y que están destinados a instalar una fábrica de polietileno y polipropileno con el gas natural en el país. 

La ingeniería financiera del plan está sustentada en cinco pilares: Fondo de Reactivación Pos Covit-19 llamado FORE que dispondrá de Bs12.000 millones; Fondo de Garantía Sectorial (FOGASEC) Bs1.100 millones; Fondo de Afianziamiento para las Micro y Pequeñas Empresas (Mipymes) Bs120 millones, Fondo de Garantía para el Crédito de Vivienda Social y Solidaria Bs500 millones y un Fondo para la Titularización de la Cartera de Crédito de Vivienda que tendrá Bs8.000 millones para utilizarlos.

Tres años para levantar la economía

Para los expertos en materia económica, sin embargo, el plan de reactivación del gobierno debe merecer una atención cuidadosa en cuanto a sus alcances y efectos. 

Para comenzar el aparato productivo en Bolivia volvería al mismo nivel de la gestión 2019, una vez pase la pandemia del Covid-19, en un plazo no menor a los tres años, aseguró Candia. 

Lo que puso en debate el efecto inmediato en generación de empleo y crecimiento del PIB, que el gobierno espera alcanzar con la propuesta de reactivación.

Lo mismo sucederá con el PIB regional, que según el exministro, también requerirá un tiempo similar para volver a crecer igual o superior a la gestión pasada.

Con respecto al ingreso Per Cápita, “Bolivia deberá esperar al menos un lustro, si acaso termina la pandemia este año, para volver a contar con el mismo nivel de ingreso del año 2019”, aseguró el experto para quién es urgente mirar con proyección lo que está pasando con la economía nacional para comenzar a diseñar transformaciones estructurales al aparato productivo que necesita.

El ingreso Per Cápita de  Bolivia a diciembre de 2019, llegaba a los 4.000 dólares, ingresos por los cuales el Banco Mundial (BM) catalogó a nuestro país como una “nación de crecimiento económico moderado”.

Organismos internacionales como el FMI, BM y la OMC, coinciden en que la economía mundial se deteriora más de lo esperado y es grande la incertidumbre que existe sobre su recuperación, dijo el también exministro de Economía en la misma línea con Morales.

América Latina está muy por debajo del resto del mundo en cuanto a crecimiento del PIB y el ingreso Per Cápita se refiere.

En función de esta realidad, las tasas de crecimiento que proyecto el FMI, indican que pasaran fácilmente hasta tres años antes de ver que el crecimiento del PIB regional, vuelva a los niveles del año 2019, apuntó.

Financiamiento internacional condición sine qua non

Candia también considera que el financiamiento internacional será una condición sine qua non para reconstruir el aparato productivo nacional, pero al mismo tiempo alerta que las condiciones en que Bolivia competirá para acceder a los fondos en el mercado internacional, son totalmente desventajosas.

“Las condiciones iniciales de nuestra economía determina la capacidad de respuesta que tenemos hoy para enfrentar la recesión y, lastimosamente, no lo tenemos”, sentenció.

Los últimos 14 años lo que hicimos fue “desperdiciar el boom de los precios altos que tuvieron en el mercado mundial las materias primas, pero además en el país, tuvimos un crecimiento deformado en el consumo que fue básicamente gasto privado, mientras que las inversiones internacionales contribuyeron poco al desarrollo del aparato productivo nacional”, describió Candia.

Con esta forma de manejar la economía, era obvio que la respuesta fiscal para contener la recesión es casi nula. 

Por ejemplo Alemania optó por enfrentar la crítica situación económica mundial disponiendo hasta el 40% de los ingresos del Producto Interno Bruto (PIB), para inyectar liquidez al aparato productivo. “Esto supone tener una fortaleza fiscal grande”, subrayó.

El país quedó con una economía muy débil y un sector de salud raquítico para enfrentar la pandemia. 

Una muestra de esta situación constituye el crecimiento del déficit fiscal debido a que el gobierno de transición se vio obligado a echar mano a fondos del Banco Central de Bolivia (BCB), para inyectar liquidez a la economía, lo que nos dejó al país con escasa maniobra para aplicar otras medidas de shock.

Subir el gasto para financiarlo con crédito interno y mantener el tipo de cambio fijo del dólar, restó a las Reservas Internacionales Netas (RIN) al menos 9.000 millones de dólares en la última década, fijó la cifra Candia.  

De esta manera la solvencia crediticia del Estado, quedo erosionada y una muestra es el acceso de Bolivia a fondos internacionales.

Según Candia, el FMI elogió la economía liberal que aplica Chile y Perú, naciones a los que prestó 23.000 millones de dólares y 11.000 millones de dólares, respectivamente para que hagan frente a la crisis económica por la pandemia.

A Bolivia el Fondo solo prestó 327 millones de dólares, correspondiente al 100% de su cuota soberana que tiene en el FMI. Esta decisión demuestra cómo y bajo qué condiciones mira el organismo internacional la economía nacional, dijo el exministro.