Greenpeace, los ecologistas que se dedican a hacer negocio con los combustibles fósiles en Alemania

Por El Periódico de la Energía / Bolivia Energía Libre-La Paz

Esta semana ha saltado la polémica en las redes sociales por medio planeta. Greenpeace hace negocio con combustibles fósiles. Lo están leyendo bien, una organización ecologista tiene una comercializadora en Alemania que se dedica a vender a los consumidores gas natural.

En 2011, Greenpeace Alemania, tras la decisión del Gobierno de Merkel de apagar las nucleares tras el accidente de Fukushima, puso en marcha su comercializadora Greenpeace Energy.

Desde entonces la ONG se dedica a vender electricidad y gas a los consumidores alemanes. Uno de sus productos o servicios lo denominan ProWindGas, también conocido como gas eólico, que no es otra cosa que hidrógeno procedente de electrolizadores suministrados con energía eólica de algún parque.

Pero resulta que realmente ellos lo que venden es gas fósil. Lo reconocen ellos mismos y no parece importarles. Según sus propios datos, en 2020 más del 99% del gas que venden es fósil. Y así sucedió también en año anteriores desde su creación.

Según Greenpeace Energy, el hidrógeno renovable proviene de Enertrag en Brandeburgo, su primer electrolizador propio en Haßfurt, Baviera, de Mainz Stadtwerke, Wind2Gas en Brunsbüttel. Además, en 2021 quiere sacar adelante su segundo electrolizador propio en Haurup, Schleswig-Holstein.

Pero claro, es muy caro, y «queremos mantener el precio del gas competitivo, solo podemos aumentar la proporción de hidrógeno lentamente, o mantenerla estable a pesar del número significativamente mayor de clientes», dice Greenpeace Energy en su página web.

Ahora en 2021, Greenpeace Energy ha conseguido tras una década vendiendo gas fósil, mezclar un 10% su gas natural con biogás. Pero realmente lo que hace es vender gas fósil cuya quema produce fuertes emisiones de gases de efecto invernadero.

Pero Greenpeace Energy ahora quiere dar un paso más y ofrece a sus clientes gas vegano. Y les cobra más por ello. Se trata de un biogás que procede de residuos de remolacha y que de esta manera no están produciendo gas con residuos animales. «Como no podemos descartar que este residuo contenga pequeñas cantidades de origen animal, seguimos ofreciendo un producto de gas 100% vegano para veganos y demás interesados: proWindgas vegan . Esta opción de tarifa contiene hidrógeno verde, una proporción cada vez menor de gas natural y al menos un diez por ciento de biogás vegano y ecológicamente sensible a partir de materias primas puramente vegetales». Y lo que realmente vende es gas fósil en un 89%, un 10% de biogás y 1% con hidrógeno verde.

Pero es que encima Greenpeace les ha pedido durante 10 años a sus clientes una contribución de 0,4 ct €/ kWh para ir generando ese cambio hacia un gas más verde. Un cambio que como se puede comprobar no se ha producido, mientras tanto hacen negocio en nombre del ecologismo. Ahora, como les parece poco, les piden una contribución de 1 ct€/kWh, más del doble.

Cabe recordar que el gas que consumen los alemanes procede en su inmensa mayoría de Rusia.